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Néstor Campos

ADORAR LA MUERTE

Desde los albores de la humanidad, las distintas civilizaciones han usufructuado con conocimiento o no, la adoración de la muerte, las distintas culturas han manejado este tema, pero hoy, en esta actualidad, parece increíble que lo sigamos haciendo.
El tema no es solo cuestión de unas minorías ignorantes, también lo es de grupos bastardos dispuestos a mantener un estado de cosas audaz y aberrante que funciona en detrimento de los otros. O sea, no es solo esto responsabilidad de un grupo de jóvenes que tiran bengalas en un lugar cerrado, es también del empresario, que permite el ingreso de un número mayor a la capacidad del local, y además comete la locura de restringir las salidas de emergencia, o construye una instalación no preparada para evitar excesos. Es también responsabilidad de las autoridades comunales y de control que no supervisan los lugares y permiten que esto siga adelante. Pero sobre todo, de los padres que no asisten a sus hijos y nos los guían adecuadamente, no poniendo límites a sus deseos, que permitan ubicarlos en esta cruel realidad.
Realmente el hecho de no pensar un poco más allá, o como se dice comúnmente, no ver más allá de nuestras narices, es producto de una cultura que esta prevaleciendo, y esta siendo fomentada por estructuras de poder cada vez más incapaces de pensar en lo social, en las responsabilidades frente a la comunidad, en saberse conductores de un destino que no lleva a ninguna parte.
Cada día que pasé en este país sin un adecuado análisis sobre el problema educacional, sobre todo desde la base de la generación de una cultura de la ética, de lo que debe ser, de lo correcto, de lo que es bueno para mi y para el otro, no podremos salir de este callejón. Pero esto no se sustenta solo, esto se complementa con el armado de una base social orientada al trabajo, a la generación de empleo, que permita el ejercicio de una actividad noble y fundamental, con el propósito de minimizar el rencor que significa en nuestra sociedad la falta de ello y permita un crecimiento de conciencia en todos nosotros.
Lo mencionado no es fácil, es producto de un trabajo profundo en beneficio de una comunidad que necesita un reconocimiento, un aliciente que le permita encontrar un objetivo de vida, objetivo que se convierta en esperanza, en creatividad, en altruismo, en solidaridad, en bien común, y que básicamente permita adorar la vida y no la muerte.

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